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jueves, 21 de marzo de 2019

QUE DIFÍCIL ES SER MUJER


Que difícil es ser mujer a veces, sobre todo por las actividades orgánicas propias de nuestro cuerpo. Si, la famosa “menstruación” que nos pone histéricas, de malas, sensitivas, locas y un largo etcétera, cuyo número de etcéteras aumenta gracias a la inventiva de los caballeros y desde luego a nuestra cooperación para que así sea. Cuando era niña me había dado cuenta que mi mamá utilizaba una especie de cosa blanca que se ponía en sus pantaletas. Llena de curiosidad no sabia a que se debía, pasaron muchas ideas por mi cabeza infantil en ese entonces. Me preguntaba si al crecer yo tendría que hacer eso también y lo mas importante por qué tenia que hacerlo. Se me ocurrió que quizá fuera porque al ser grande a las mujeres se les salía la orina o quizá tenían problemas con sus esfínteres. Eso realmente me aterrorizó. Llena de curiosidad y sobre todo de angustia cierto día me acerque a mi madre y le pregunte algo temerosa y ansiosa -Mami, ¿Por qué usas esa cosa blanca que te pones en el calzón?, ¿apoco cuando creces te haces popo?. ¡Vaya!, mi mami comenzó a reír, yo llena de estupefacción me sentí indignada. ¿Cómo era posible que tomara en broma algo tan delicado?, ¿Qué acaso no sabia lo importante de la situación?. Me enojé y le dije ¡mami no te rías!. Paró de reír y me sonrió, me abrazó y me dio un beso largo en mi mejilla y me dijo –Sabes amor lo que pasa es que cuando las mujeres crecen tienen en su interior algo que se llama “ovalo” (así lo comprendí en ese momento). Es la semillita de las mamás que una vez cada 28 días al no embarazarte sale de ti y sangras. ¡Qué!, ¡qué!, ¡qué!, vaya, fue la primera vez que me enteré que al haber nacido con mi sexo tendría que pasar por esa experiencia al menos cada 28 días. Y le dije esperanzada que eso no me pasaría a mí, –¿A mí me va a pasar también?. -Si mi niña a todas las mujeres les pasa y cuando te pase no te asustes me tienes que decir. – Y ¿Falta mucho para eso? Pregunté resignada y temerosa por ese fatídico y trágico día. – Pues depende de cada cuerpo amor, ahora tienes 8 años quizá comiences a los 11 años, pero puede ser antes o después. Mi madre tenía un libro ilustrado que ahora ya no recuerdo su nombre, ni la editorial, un libro muy bonito por cierto donde se explicaba el funcionamiento del cuerpo femenino, la menstruación y el embarazo. Aun recuerdo la imagen de una mujer con su pancita y como si le hubieran colocado rayos X, se veía el bebé dentro de ella. Conocí entonces que la famosa menstruación solo les pasaba a las mujeres y mamá me explico todo.
Tendría alrededor de 12 años cuando comencé a menstruar, y lo más horrible fue que me paso en la escuela. La noche anterior al acostarme sentí una ligera molestia en mi abdomen. No le hice caso, pero la molestia no se fue, entre sueños podía sentirla, al despertar estaba ahí, bueno quizá algo que me cayó mal. Las clases fueron interminables para mí, verán el dolor no era muy intenso, pero si constante de tal manera que se volvió insoportable. Recuerdo estar en el laboratorio de biología-química (lo compartían ambas clases). Tenía unas mesas enormes cuadradas fijadas al piso y lavamanos, nos sentábamos en bancos, yo hacia esfuerzos por poner atención y entonces lo sentí por primera vez, sentí el famoso “bajón”, no pude sino imaginarme aquellas llaves que ya no cierran bien y dejan pasar un chorrito de agua. Supe inmediatamente que me había sucedido, mi madre ya me había platicado de aquello y desde luego en la escuela ya nos lo habían explicado. Que situación tan bochornosa para mí, quería morirme, no quería moverme, ni pararme. Lo bueno es que mi amiguita Teresa se sentaba junto a mí, así que recurrí a ella y muy quedo le dije al oído lo que me sucedía. Ella abrió los ojos y comenzamos a cuchichear que podíamos hacer. Al rato el profesor Briones nos dijo que guardáramos silencio. Teresa dijo que era necesario que fuéramos al sanitario y como seguíamos hablando bajo, el profesor nuevamente nos llamó la atención. Teresa se paró y fue hasta el frente a hablar con él, vi que le hablaba al oído mientras una pena intensa se desarrollaba en mi interior, sobre todo porque no quería que se enterara nadie. Cuando Tere termino de hablar con él, dijo Alejandra sal con Teresa, acompáñala.  Todos los ojos se posaron en nosotras, creo que pensaron que nos habían sacado de clases por estar platicando y yo quería nuevamente morir. No era posible que queriendo pasar desapercibida todos nos estaban viendo. Finalmente salimos del salón y nos dirigimos al sanitario de las chicas, ahí me encerré en un wc. Tere dijo voy a ver a la doctora. Al rato llegó con ella y la directora, la Hermana Carmen. La doctora me ayudo a asearme y me dio mi primera toalla intima y desde luego me mandaron a casa. A partir de ahí comencé con el ciclo menstrual, que para mi era un horror espantoso esperarlo debido a los cólicos. Con angustia esperaba esos días fatales. Mamá me llevó al doctor, al ginecólogo, que nerviosa estaba ese día y luego me recetó unas pastillas y me dijo  -Los dolores van a pasar cuando te cases. En ese entonces no comprendí, pensé que al casarme eso contribuía de alguna manera para que no padeciera de los cólicos. Pero se refería desde luego a las relaciones sexuales. Las pastillas que me recetaron eran enormes y mamá me las partía para que ´pudiera tomarlas, sin embargo, había veces en que tenía que soportar los cólicos porque mi madre me decía que no era bueno que tomara tanta medicina, así que me ponía paños calientes en  mi abdomen. Entiendo perfectamente porque nos volvemos tan inestables esos días, en aquel entonces no quería que nadie me hablara y el dolor me ponía de malas, histérica, agresiva, sin ganas de nada. Que difícil es ser mujer a veces, que complicadas son las cosas que suceden en nuestras partes íntimas, como la menstruación, o las primeras relaciones sexuales, yo no he tenido hijos, pero me imagino que el parto también. Pero no me arrepiento de haber nacido mujer, no cambiaría el ser mujer, aun con nuestros errores, nuestro mal temperamento, nuestras angustias y sin sabores, lo difíciles que podemos ser a veces y el agua y el aceite que en ocasiones somos con los varones, que manera tan distinta de pensar y ver las cosas entre ellos y nosotras, cuan distintos somos y cuan semejantes, cuan diferentes pueden ser las cosas que nos motivan y sin embargo siempre juntos en la vida, que molestia debemos ser para ellos en esos días y como queremos que ellos nos comprendan en esos días, este es el precio que hay que pagar por ser mujer y creo que vale la pena y por eso siempre he pensado “¡QUE BUENO QUE SOY MUJER!”

lunes, 11 de marzo de 2019

EL PRIMER AMOR

Me enamoré, simplemente me enamoré, que gran acontecimiento es sentir en el corazón el amor por primera vez, cautiva, alegra, y da ilusiones. Qué hermosa es esa vivencia, que pletórica, que mágica y maravillosa. Estaba sentada en mi escritorio, hacia dos meses que había empezado a trabajar. La constructora no era muy grande pero tampoco muy chica, tenía varias obras. Mas de 50 empleados de confianza trabajaban en ella, entre ingenieros, arquitectos, contadores, secretarias, etc. Entonces lo vi por primera vez, la verdad es que fue para mí totalmente indiferente. Alto, delgado, moreno, de hecho, no muy atractivo, era el hermano de Sara, la contadora general de la empresa. Ella había sido la que me había entrevistado y contratado. Estaba ahí para visitar a su hermana, pasó al lado de mi escritorio, sonrió y dijo, hola, yo contesté igual y siguió por su camino a la oficina de su hermana. Mire por el ventanal del piso 24 del edificio de oficinas, en Santa Fe, en la Ciudad de México, el cielo estaba gris, nublado, y de pronto se escuchaba apagado el ruido del tráfico. Y llegó a mi la añoranza del hogar. Hace dos meses había partido de la casa paterna. El domingo por la tarde mis padres me acompañaron a la central de autobuses y fui a vivir a la ciudad de México. Había tenido muchas dudas de aceptar el trabajo y desde luego mucho miedo. Que difícil es dejar la seguridad de la familia para iniciar la propia historia. Pero mi padre me había dicho que era parte de la vida y que era tiempo que empezara a ser responsable de mí, que no podía dejar de aprovechar la oportunidad que se me presentaba, que estaba bien para que madurara. Mi madre apoyó a papá y me dio palabras de ternura y de ánimo. Así que fui fuerte, aunque por dentro sentía que me faltaba las fuerzas. El autobús comenzó su marcha, yo sentada a lado de la ventana, contemplé a mis viejitos, parados despidiéndose de mi en el andén, con sonrisas en sus caras y haciéndome el ademan de adiós. Me despedí de ellos regresándoles el ademan y mandándoles besos. Mamá me había preparado unos sándwiches, y me había puesto un paquete de galletas, café con leche en un termo, una botella de jugo de naranja, una manzana y una bolsa de papas fritas, en mi morralito. Papá me dio dinero y me dijo por si tienes alguna emergencia o si te falta. Comencé a mirar la película que proyectaban en el autobús y a comer lo que mamá me había puesto, pero en mi pecho sentía la incertidumbre y aunque lo negara no quería ir, quería esconderme debajo de la cama. Regrese de mis recuerdos, al escuchar que alguien me hablaba

– Eres nueva verdad, nunca te había visto
 – Si, apenas entré. Contesté.

Cuánto tiempo tienes de estar trabajando.

Tengo dos meses.

Me llamo Joel, mucho gusto.
Hola Joel, yo soy Alejandra. ¿Tu trabajas aquí?

No, solo viene a ver a mi hermana, es la contadora Sara.
–¿Sara?, ¿De verdad?, vaya que sorpresa, ella ha sido muy amable conmigo y me ha ayudado mucho.

Bueno ya no te quito tu tiempo, me dio gusto conocerte.
Gracias, igualmente Joel, cuídate y pórtate bien.
¿Cómo sabes que no me porto bien?, Además no tienes que limitarme, ¿Qué tal si no quiero portarme bien?

Ja, ja, ja, Bueno, pórtate como quieras, pero no te metas en problemas.
–Adiós, Alejandra.
–Adiós, Joel, mucho gusto.

Llegué a la central de autobuses de la Ciudad de México en la noche y Leticia con su esposo me estaba esperando. Ella era amiga de Sara la contadora, a través de ella, Leticia me había ofrecido quedarme en un edificio propiedad de ella. En la planta baja tenían un restaurante, en los niveles de arriba tenían dormitorios para algunos de sus empleados, y algunos de sus sobrinos que estaba estudiando la universidad y venían de otra parte de la república. Yo compartiría el cuarto con Maribel, una muchacha que venía de Oaxaca y trabajaba de cocinera en el restaurante. Tenía ventajas, la primera es que no estaría sola, pues viviría rodeada de gente y la segunda que Leticia me había ofrecido su ayuda sin que yo pagara renta alguna.
–Me dijo, lo hago por Sara, ella es mi mejor amiga y tenemos muchos años de conocernos, y si ella me pide que te ayude, pues yo lo hago con mucho gusto, porque ella me lo pidió.

La rutina se había abierto paso, y la costumbre entró en mi destino. Los miedos, dudas, habían desaparecido y me acostumbré a vivir ahí, en esa ciudad. A viajar los viernes por la noche para estar en casa y a regresar a mis obligaciones los domingos por la tarde. Me sentía orgullosa de mí, de que me estaba haciendo cargo de mi misma y desde luego el tener un salario que da una independencia que nunca había experimentado.
Joel iba esporádicamente a ver a su hermana, así que de pronto nos saludábamos, era una relación mas cortés que de amistad. Pero lo uno llevo a lo otro, las pláticas comenzaron a ser más comunes. Y la cortesía se volvió amistad y la amistad, familiaridad y la familiaridad, amor. Comenzamos a salir, el me invitaba a comer y yo aceptaba, comíamos y platicábamos. A decir verdad, el nunca me interesó y yo no tenía la intención de que llegará ser mi novio, ni siquiera era una situación que pasará por mi cabeza. Pero el era verdaderamente agradable en su trato, amable, respetuoso, cortés, muy simpático, tenia su forma de ser varonil. Me parecía un hombre interesante. Realmente sabia como interesarte en la platicas. Algunas ocasiones además de comer íbamos a tomar café, simplemente a caminar, y al cine. En la oficina mis compañeros de trabajo me decían si éramos novios y yo contestaba que no, solo amigos. Por otro lado, yo sabía que él tenía novia, y esa era una de las razones por las que no me interesaba, de hecho, hubo algún momento en que sentí escrúpulos de salir con un hombre con novia. Yo sabía desde luego de sus problemas entre ambos porque Joel me los contaba y sabía que su relación no era buena. Él me había contado que ya quería romper con ella, en fin. Un día estábamos cenando y entre risas mi mirada se poso en él, ya no me parecía feo como al principio, es más, como si alguna venda hubiera caído de mis ojos, me pareció bastante atractivo, pensé para mí, no es feo, es guapo. Al terminar de cenar me acompaño al departamento en que vivía, nos fuimos caminado porque no estaba lejos, íbamos uno al lado del otro, pero de pronto la distancia entre nosotros se cerró y al bracear nuestras manos se tocaron, me gusto ese toque, me sentí bien. Pero desde luego fingí que nada había pasado. De pronto él alzo su brazo y lo poso sobre mis hombros y me atrajo asía él y yo le dejé hacer, me sentí bien, me gusto, de pronto se detuvo y me giro asía él, e hizo como que me iba a dar un beso, pero sonrió y me dijo: ¿Creíste que te iba a besar?, solo bromeaba, y yo le dije dame el beso, y me dijo ¿Cómo?, que me des el beso, bésame; él me lo dio, fue mi primer beso. Un beso tierno, un beso intenso. Al principio fue solo el toque con los labios, pero después, él introdujo su lengua, debo confesar que el intercambio de saliva no me gustó, me pereció algo repulsivo, pero la situación fue mágica, verdaderamente nueva, llena de expectación, es una sensación única, agradable, en el alma, en el cuerpo, en el corazón, en el ser, la felicidad del paraíso en un momento fulmíneo, en un instante que sabe a eternidad, que sabe a gloria, que hincha el pecho y llena de sensación de alegría, de esperanza. El me abrazó y yo le abracé con todas mis fuerzas, con todo mi ser, con todo lo que tenía, con todo lo que era; estaba enamorada, de verdad que le quería, me di cuenta que sentía amor por él, que mis sentimientos, afectos, emociones se habían volcado a él. Llegamos a mi departamento y él me dijo – Podemos vernos mañana y yo respondí – Claro.

Guau, que día, me acosté ilusionada, llena de amor, enamorada, pero con una nube negra en mi corazón, él tenia novia. Yo sabía que eso no era correcto, pero de alguna manera tenia que pedirle que si esto que había pasado fuera a llegar a más tenía que terminar con ella para que yo fuera su novia.
Los días pasaron, al principio no sabía con certeza que éramos exactamente, porque Joel a veces iba y seguíamos como que, siendo amigos, pero a veces los besos volvían. Yo quería aclarar las cosas, pero un dejo de dignidad y escrúpulos me lo impedían, pues no quería ser la rogona, la ladrona y destructora de un noviazgo. Pero al final tuve que decirle que no seguiría saliendo con él sino me aclaraba las cosas. El me respondió dame tiempo para arreglar las cosas. Y le dije, claro, tienes todo el tiempo que quieras, pero debes saber que mientras tengas novia no voy a permitir que tengas confianzas conmigo, pero tampoco quiero presionarte, lo que decidas lo aceptaré, si terminas con tu novia, me voy a sentir mal por ser la causa, pero creo que vale la pena y si decides quedarte con ella, pues también lo aceptaré y voy a respetar tu decisión. Un día me invito a salir, al principio me negué, pero me dijo es que hay algo que quiero contarte y es importante para mí, te prometo que será solo un café, si quieres nos vemos donde siempre. Le dije que sí, era viernes por la noche tenía que regresar a casa así que le dije que no tenia mucho tiempo, aunque el autobús salía a las 11 de la noche. Cuando llegué, él ya había llegado, le vi guapísimo, con un pantalón negro de casimir, un suéter azul marino y una camisa blanca con rayas delgadas de varios colores; me sonrió y yo a él, me dirigí a la mesa con mi maleta de esas que tienen llantitas y su jaladera plegable que se esconde, se puso de pie y sonrió con mucha alegría, me dio un beso en la mejilla y yo también. Me dijo quieres algo, le dije que sí, pues tenía hambre, el mesero se acercó y solicitamos el servicio. Era algo gracioso, porque lo mas practico hubiera sido que nos viéramos en el restaurante de Leticia, pero preferíamos que fuero en otro cercano, pues para evitar habladurías o chismes. Creo que la discreción siempre es mejor. Al terminar de cenar me dijo: -es que quería decirte que ya terminé con Liliana, no podía seguir con ella, la verdad es que nuestra relación era mas de peleas y desacuerdos que de respeto y unión y quería que lo supieras. Sentí mi pecho frio, no esperaba eso, me sentí culpable, pero feliz también, y supe en ese momento para que estaba yo ahí. Joel me miro y me dijo Alejandra tu eres lo mas importante que me ha pasado en la vida y no quiero perderte, quiero que sigas siendo parte de ella y quería hacerte una pregunta. Mi corazón se aceleró, mis manos comenzaron a sudar y yo tratando que mi voz sonara firme le dije: -Claro, ¿Qué quieres saber? -. Alejandra, quiero pedirte que seas mi novia. Guauuu!!!, que emoción, que dicha, que alegría sentí, no pude menos que sonreír, no puede evitarlo, me brotaron lágrimas de los ojos, por la emoción, porque estaba realmente conmovida. Joel se alarmó y me dijo no llores, te ofendí, perdóname que tonto soy. No, no es eso, no has hecho nada malo, claro que quiero ser tu novia, si, si, si y lloré. Que tonta debí haberme visto, pero para mi fue un acontecimiento especial, único. Me sentí muy emocionada, ilusionada. Al salir del restaurante, Joel me abrazó y me besó y me acompañó a la central de autobuses, se quedo conmigo hasta que partió mi autobús, pero en todo ese tiempo no paramos de besarnos y darnos arrumacos y de decirnos ¡TE AMO!

miércoles, 19 de septiembre de 2018

LA MONJA (THE NUN)


El día de ayer fuí al cine a ver la película de moda "La Monja" (The Nun), que es la precuela (spin-off) del demonio Valak y nos explica su origen. Esta dirigida por el inglés Corin Hardy que en 2015 tuvo su experiencia en el cine de terror con “The Hallow”, que en mi país se comercializó bajo el título de “Los Hijos del Diablo”. La guapísima actriz norteamericana Taissa Farmiga interpreta a Irene una novicia que tiene la habilidad de tener visiones y que está próxima a realizar sus votos perpetuos, por cierto, hermana de Vera Farmiga que ha participado como Lorraine Warren en las otras películas de la zaga. Mi compatriota Damián Bichir interpreta al padre Burke un experimentado sacerdote católico en temas paranormales y desde luego la protagonista Bonnie Aarons que interpreta a la diabólica monja que es Valak el marqués de las serpientes

La historia se sitúa en el año 1952, la segunda guerra acaba de terminar y narra el suicidio de una religiosa que escapa de las manos de este maligno ente, en un convento de claustro en Rumania y es encontrada por un granjero, seductor y dicharachero llamado Frenchie interpretado por el guapísimo Jonas Bloquet. El vaticano al enterarse del suceso envía a investigar el caso al Padre Burke y a la novicia Irene, quienes tienen que descubrir que oculta este misterioso convento y quién es la monja que camina por los pasillos en la oscuridad, siendo el terror de las hermanas religiosas que habitan este lugar. La película en cuestión tiene movimientos de cámara y situaciones inesperadas que buscan espantar al espectador, y basa estos sobresaltos al público con sonidos estridentes. La historia escrita por Gary Fauberman es muy sencilla y a diferencia de las otras películas no esta basada en supuestos hechos reales. La ambientación de la abadía, su lejanía, sus condiciones agrestes para llegar a ella, sus pasillos laberínticos, escaleras e iluminación buscan crear un ambiente de indefensión en el público. Me recordó un poco la película del “Despertar del Diablo” (The Evil Dead) de 1981.
Esta película ha sido todo un éxito de taquilla en México, convirtiéndose el género de terror el que más atrae al público a las salas de cine, incluso por arriba de las películas de héroes de Marvel y DC. Sin embargo, a pesar del éxito económico es una película que no ha gustado a la crítica que la ha tildado de mala. En lo personal me gustó, me divertí y pasé un buen rato, pero no es la mejor película de la zaga de los expedientes Warren. El terror que maneja es de bajo nivel y no es comparable con las otras. Pero como dicen lo importante en el arte es que a ti te guste. La recomiendo desde luego, pero no ampliamente.

martes, 19 de junio de 2018

UN DÍA EN MI VIDA


Abro lo ojos, esta oscuro todavía, la alarma todavía no suena, siempre despierto antes de que suene, pero cada noche la activo a la misma hora, porque más vale ser precavida, la desactivo antes que suene. Son 4:45 am, me quedo acostada un rato más, las colchas están tibias y se sienten rico, escucho la respiración acompasada de mi esposo que sigue durmiendo. Hace frio, los días han estado nublados y ha llovido. El huracán Bud pegó del lado del pacifico afectando a Michoacán, Colima, Guerrero y Jalisco. Me levantó, me desperezo, me estiro, me calzo las sandalias de casa, me pongo mi bata y bajo las escaleras, me dirijo a la cocina y comienzo a preparar el desayuno, hago jugo verde, ese que se prepara con jugo de naranja, apio, piña y nopal. La licuadora hace un escandalo terrible en el silencio de la todavía callada colonia en que vivo. Mi esposo tal vez por el ruido del electrodoméstico, se despierta, escucho desde la cocina que entra al baño, escucho la puerta cerrarse y escucho que se abre la regadera. Me pongo a tararear, y la cocina se llena del aroma del café que se esta preparando en la cafetera. Colocó el mantel en la mesa y sirvo el desayuno, me dirijo al pie de la escalera y hablo con voz alta: Amor ya esta el desayuno apúrate porque se enfría. Escucho que me dice -ya voy. Me siento y me sirvo el café, sorbo la primera probada, me sabe delicioso, llena mi lengua el sabor amargo y mi cerebro se despierta, siento el calor en mi garganta y pecho al bajar por mi faringe y su calor llena mi estómago. Mi esposo se sienta a la mesa y engulle el desayuno con bocados grandes. Yo todavía no termino y el se levanta y corre al baño a lavarse los dientes. Baja de prisa y me dice - ya me voy amor, nos vemos en la noche. Me levanto le abrazo y le doy un beso en su boca y le digo - si hijo, cuídate, nos vemos por la noche. Me quedo parada en la puerta, hasta que termina de sacar su automóvil, abre la puerta del auto esta por bajar y le digo - yo cierro, se despide y se aleja por la calle, me quedo parada viendo como se va hasta que dobla la esquina y desaparece de mi vista. Cierro la puerta del garaje y entró a casa, esta tibia, a fuera la temperatura está baja. Termino el desayuno y lavo los trastes, subo, tiendo la cama, tomo mi toalla y me dirijo al baño. El ambiente este húmedo, las gotas de agua escurren por las paredes y el espejo esta empañado. Corro el cancel de la ducha y abro las llaves, el agua empieza a caer. Cae tibia, mi esposo siempre se acaba el agua caliente, y siempre me baño con el agua tibia. Salgo del baño, elijó que vestir, unos pantalones de mezclilla corte tipo skinny, me pongo una blusa de manga larga azul marino con estampados de flores, el cuello es corte en “V” y un saco blazer color azul también marino con botones dorados. Me calzo las sandalias negras de tacón de aguja, destalonadas, con tiras cruzadas, me gusta como se ven mis dedos pintados de rojo Unbreakable Heart de “Sally Hansen”. Me gusta sentir el material frio y acolchonado del zapato, adoro como se siente, suaves, mmm ricos. Desde luego no pueden faltar el maquillaje y el perfume; elijo Dune de Dior. Bajo las escaleras y escucho el taconeo y el clap, clap del puente al chocar con la planta de mis pies. Voy al trabajo, el día esta nublado, siento el viento frio en mi rostro y lo siento en mis pies al salir, entre mis dedos, en mis tobillos. Siempre me han gustado esas sensaciones en mis sentidos, el sol, el viento, el frio sobre mí. Pongo la radio, me gusta escuchar música mientras manejo, a veces pongo las noticias, pero prefiero la música. “El favor de la soledad” inicia, canta Gloria Trevi con mucho sentimiento a través de la estación en FM que elegí. Vaya que hay tráfico, es hora pico, todos van al trabajo o a dejar a sus hijos a la escuela. Yo mientras tarareo lo que escucho. Llegó al trabajo, me estaciono y apago el automóvil y la canción “Perdóname” de Camilo Sesto queda inconclusa. Entro a la oficina son 7:50 am, enciendo la computadora del trabajo y me dispongo a otro día de actividad. Inicio mis labores, mis compañeros de trabajo comienzan a llegar también. Hola Alejandra ¿cómo estás?, -Bien Lety, contesto; Leticia es la recepcionista. También llega Masiel, la arquitecta que se encarga de dibujar los planos; me maravillo de su habilidad para manejar el autocad y la rapidez con que domina el programa. También llega Sara la contadora y el administrador, el Lic. Juan Pablo. Al rato llegará “Shrek”. ¿Quién es Shrek?, pues es obvio, mi jefe, el Ing. Enrique. Es un sobrenombre que se me ocurrió porque es un ogro, siempre esta mal humorado y tiene un carácter vólatil. Es alto y con sobre peso, un hombresote de 1.90m de estatura y como 150kg de peso, sus brazos peludos y fuertes, su pelo ya entrecano, utiliza las camisas por fuera del pantalón debido a su abdomen, como dije Shrek. Al rato, comenzará a llamarme a su oficina a pedir y pedir cosas. No me quejo, para eso estoy, para servir, pero me gustaría que me dejara terminar algo. Me pide algo y al rato me llama y pide otra cosa. Yo soy la ingeniera de costos. Mi trabajo es hacer análisis de costos y precios unitarios. Llevo el control de las estimaciones, compras, y atiendo a los clientes, aunque siempre he pensado que esa debería ser labor del Lic. Juan Pablo, pero por alguna razón los clientes acuden a mí. 
-Alejandra puedes venir.
-Si ingeniero, ¿qué pasa?

-Siéntate, necesito el presupuesto de la torre Axial, también hay que recotizar el acero, esta subiendo mucho. Háblale al Lic. Victor Hugo a ver si nos pueden respetar el precio. Oye ya entregaste la estimación de la obra Helios, necesitamos cobrar.
-Si Ingeniero ya la estoy terminando.

Cruzo las piernas, siempre me siento y cruzo las piernas, no sé por qué y cómo siempre apunto el pie para adelante y comienzo a sacudir y a jugar con el zapato, nervios, estrés, no lo sé. Shrek se queda viendo mi pie jugando con el zapato, siempre lo hace y sin ningún disimulo, lo observa sin ningún pudor y menciona - que bonitos están tus zapatos, Alejandra.
 -Gracias ingeniero.
-Se ven bien tus uñas, que bonito color.
-Gracias ingeniero, vuelvo a decir.
Sigue y sigue pidiendo cosas, y yo apunto en mi libretita para que no se me olvide algo. Sus ojos siguen en mis pies. 
-Bueno apúrate, necesito que quede todo hoy.
-Si ingeniero. 
Hay veces en que se levanta y puedo a preciar un enorme bulto en su entrepierna y debajo de su pantalón. Creo que es obvio que tiene una fascinación fetichista por los pies, aunque a veces siento un poco de incomodidad por ser la causa de esa reacción de su entrepierna. Al principio, cuando me daba cuenta de su mirada en mis pies y zapatillas, descruzaba la pierna y juntaba los talones, pero ha pasado tiempo y me he acostumbrado a su mirada insistente, a veces puedo a preciar que lo que ve le gusta, le fascina, a veces puedo ver una expresión lasciva, de lujuria y no puedo dejar de pensar ingeniero rabo verde (expresión que se usa en México para designar a alguien mayor pero que sigue de facilote).
Regreso a mi escritorio e inicio con las incontables tareas que me encomendaron, interrumpidas por las llamadas telefónicas constantes de clientes y proveedores y desde luego por Shrek que vuelve a pedir que vaya a su oficina para solicitar algo más.
¡Uf!, que mañana tan ajetreada.
-Alejandraaa, puedes venir.
-Si ingeniero voy.
Masiel sonríe y Lety también. Sara menciona -ni modos Ale, a la guerra de nuevo.
Que molón es el jefe, dice Leticia, te compadezco.
Y así llega el fin de la mañana. Vaya que rápido se acabó, ya son las 2:00 pm hay que ir a comer. Salgo con mis compañeras. El día sigue nublado, el cielo esta gris y al fondo se ven unas nubes negras que amenazan con tormenta. Sin embargo el día esta caluroso, el sol de verano oculto por las nubes negras no deja de calentar con impiedad, el aire esta caliente, hay bochorno, y la resolana quema, siento las plantas de mis pies con sudor y se me resbalan asía adelante del calzado. Llegamos al restáurate donde siempre comemos, siempre pedimos la comida corrida. Hoy elegí caldo de pollo con verduras, arroz (ese no es opcional, siempre es el segundo plato) y elijo calabacitas rellenas con queso con ensalada de lechuga, jitomate, cebolla, aguacate y frijoles refritos.  Mis compañeras y yo platicamos, de cosas, de problemas, de la vida cotidiana. Sara comenta, -¡Ay! no, estoy tan cansada, hay que trabajar, hacer las labores del hogar al llegar, mirar a los hijos, que si ya hicieron la tarea, que tengan el uniforme listo para la escuela, dar de cenar a la familia y luego después de tanto, todavía por las noches el chingado numerito con el marido cuando ya quiero dormir y descansar. Todas reímos, Masiel dice, -Ay no, a mí me tiene que cumplir, sino me cumple me enojo, tiene que darme todos los días. Mis compañeras se quedan con la boca abierta y preguntan incrédulas ¿Todos los días? Masiel ríe y dice -sí, claro, yo no le perdono que me deje sin sexo, si es así se mete en muchos problemas. La plática comienza en relación a las experiencias sexuales que hemos tenido, de las parejas intimas, de cómo nos gusta el miembro del hombre. De la primera vez y con quien fue. Me quedo con la boca abierta cuando Masiel menciona que ha estado con ocho parejas íntimas. ¡OCHO!, guau, si que no ha perdido el tiempo. Sara menciona que tres, Leticia dos y yo con tres también, pero ocho, sí que estamos asombradas. Masiel nos dice que empezó a tener sexo a los 14 años, que ha esa edad tuvo su primera relación sexual, ahora tiene 28 y con cada novio que tuvo termino teniendo sexo. A mi me encanta el sexo, dice con mucho orgullo. Realmente es bonita Masiel, muy femenina, se viste bien y se maquilla muy bien y siempre usa unos tacones altísimos pero cerrados, es agradable, risueña, un poco llenita por los dos hijos que ha parido, pero realmente tiene un cuerpo voluptuoso, quizá de todas nosotras es la que mejor lo tiene. La hora de comida termina y regresamos a la oficina, platicando y riendo. 
Inicio nuevamente mis labores, voy a la mitad de la lista de tareas. Pongo música por Spotyfi y conecto los audífonos para no molestar a los demás. Tarareo las canciones que escucho, estoy concentrada en mis labores, con la mirada atenta y fija en el monitor de la computadora, pero de pronto mi mirada capta una señal, levanto la vista y Lety me esta haciendo señas, me quito los audífonos y escucho a Shrek, - Alejandraaa, puedes venir. -Voy Ingeniero.
Empieza a llover, se descarga la tormenta, llueve sin cesar y de manera intensa, se escucha el golpeteo de las gotas de lluvia en las ventanas de la oficina. Las labores continúan, hasta que la hora marca 5:50 pm, que bien es casi la hora de salir, comienzo a guardar los programas y a cerrar la computadora. Mis amigas de trabajo empiezan a despedirse, se dirigen a la oficina de Shrek y le dicen -algo mas Ingeniero, el dice -no, no, gracias, nos vemos mañana. Estoy por despedirme del jefe, arreglando unos papeles, cuando escucho Alejandraaa, puedes venir. Son las 6:03, la salida es a las 6:00 pm, -Voy Ingeniero.
-Dígame, ¿qué pasa?
-Necesito los estados de cuenta actualizados, pero me urgen ahorita por favor.
-Si, ingeniero.
Salgo de su oficina, mis compañeras se despiden de mí, Lety me dice -que te sea leve. Les digo que descansen, nos vemos mañana.
Vuelvo a encender la computadora y comienzo a realizar lo que se me solicito. Se lo llevo a su oficina, pero me pide unas correcciones, al cabo de tres intentos me dice que así esta bien. ¿Es todo ingeniero?, ¿algo más?. -No, no ya puedes retirarte, gracias, nos vemos mañana. -Hasta mañana ingeniero. 
Regreso a mi lugar y cierro mi computadora, el reloj marca 6:57pm.
Me retiro, salgo de la oficina, la tarde noche esta fría, hay viento, me pega en mi rostro, me agrada esa sensación y siento el fresco en mis pies también. Subo a mi auto y retorno a mi hogar, pero hay que pasar primero al super, por algunas cosas que faltan en casa, y comprar pan para la cena también.
Giro la lleve en la cerradura, abro la puerta, el ambiente esta tibio, agradable, escucho arriba de las escaleras la televisión, mi esposo ya llegó. Cierro la puerta de mi casa y en voz alta digo: -Amoor ya llegué. Escucho a lo lejos -Si mi vida.
Vaya 8:45 pm. Me pongo a preparar la cena. Nuevamente voy al pie de la escalera y digo en voz alta – Amor la cena esta lista, baja por favor, escucho que dice -Voooy.
Me siento a la mesa y escucho sus pasos bajando. Hola cielo, ¿qué tal te fue?, me pregunta, Bien amor y a ti ¿qué tal?, contesto. Platicamos sobre nuestro día, de los problemas en el trabajo, de lo que nos sucedió y veo a mi negrito (así le digo de cariño) sentado comiendo su cena con mucho apetito, ha decidido dejarse la barba, la verdad es que a mi me gusta mas sin barba. Y le contemplo y siento ternura por él, y me doy cuenta que le amo y me pregunto cómo es que quiso casarse con esta mujer que le lleva 10 años de edad. La cena termina y él dice -puedo subir amor, -claro le contesto. Me quedo lavando los trastes y levantando la mesa y limpiando la cocina.  Al rato subo, mi esposo esta acostado mirando la televisión, con el control en las manos, es de los que ve todo y nada, de los que le cambian y le cambian a los canales. Me dice oye la camisa de cuadros beige la tengo planchada, - le contestó no amor, -oye es que me la quería llevar mañana, - le contestó tienes otras planchadas, -por favor plánchala, ¿Si?. -Si amor, contesto, bajo al cuarto de huéspedes donde esta el burro de la plancha y comienzo a planchar su camisa, y aprovechando decido planchar algo mas para bajarle al cesto de ropa. Estoy tarareando, de pronto siento dolor en los pies, no me he quitado los tacones, regreso con su camisa planchada y la cuelgo en el picaporte de la puerta de nuestra recamara. Mi esposo duerme, la luz del cuarto esta apagada, iluminada por el resplandor de la televisión que sigue encendida. Con cuidado y sin hacer ruido, me cambio, me pongo mi camisón para dormir, y por fin me descalzo de los tacones y me pongo mis sandalias de casa, guau que descanso, me voy al baño a desmaquillarme, antes le bajo el volumen al televisor. Regreso, activo la alarma para mañana, 12:45 am de la madrugada marca el reloj. Apago la televisión y quedo envuelta en la oscuridad y escucho el ritmo acompasado de la respiración de mi compañero de vida. Me envuelvo en las sabanas de la cama, se siente tibia, calientita. Me quedo dormida, al rato siento que mi esposo se acurruca junto a mí, a mis espaldas, entre cruza sus pies en los míos, siento su cuerpo caliente junto al mío, su rostro cerca de mis cabellos, en mi nuca, y de pronto mete su mano entre mi camisón y la coloca en uno de mis pechos, siempre hace eso, no se como lo logra, siento su mano caliente posarse en mí. No sé qué hora será, sigue oscuro y así me quedo dormida de nuevo, para iniciar la batalla de todos los días otra vez.

martes, 12 de junio de 2018

MI MADRE

Caminaba de regreso a mi casa, tenía ya hambre, quería llegar a mi hogar. Caminaba con cuidado, había terminado de llover, podía sentir el aire en mi cara y aspirar el frio del ambiente. Subí la vista y miré un cielo plomizo, unas nubes grises y cerradas. De pronto sentí húmedas mis calcetas, el agua de las banquetas se había colado a través de los hoyos que ya tenía la suela de cuero y había traspasado el pedazo de cartón que les había colocado a mis zapatos para que las calcetas no se ensuciaran y quedaran con un hoyo también, como ya me había pasado, no podía darme el lujo de perder ropa. Dios mío, pensé tendré que soportar unos pies mojados en lo que llego a mi casa. Había agua por todos lados, corrían los arroyos a un costado de las aceras y había charcos por doquier. Ya no tenía caso caminar con cuidado, mis calcetas no estaban húmedas sino bien mojadas así que apreté el paso para llegar más rápido. Que diferente eran ya mis días, que diferente era la educación pública de la privada, sin tantas reglas, casi sin disciplina. Como me horrorizaba al principio escuchar a mis nuevos compañeros hablarles de “tú” a los maestros y por su nombre. Que diferente era ya no preocuparse porque el uniforme estuviera limpio y planchado y las calcetas blancas hasta por debajo de las rodillas estuvieran inmaculadas. Que diferente era ya no preocuparse por la mugre bajo las uñas y tener que cuidar el peinado, hasta dejarlo tan relamido que las sienes dolían. Que diferente era ya no bolear los zapatos hasta el extremo militar y estar al pendiente de que no se mancharan de tierra. Que diferente era comenzar las clases sin persignarse, ni elevar una oración. Que diferente era no ver a las religiosas por los pasillos de la escuela embutidas en sus hábitos grises. Pero lo que más me dolía, era haber dejado a mi mejor amiga, a Teresa, mi compañera, mi confidente, mi cómplice. Nos conocimos en el kínder, nos pelamos por una pintura roja. Ella me jalo el cabello y yo le rasguñé la cara. La maestra (Miss) nos había llamado la atención y yo orgullosa ya de esa tierna edad le había contestado que ella había comenzado. Pero a partir de entonces nos llevamos muy bien. Ella me convidaba de su lunch y yo del mío. Nos protegíamos la una a la otra. Si alguien se metía con ella, se metía conmigo y al revés, siempre estábamos juntas y la queja con mi madre era, es muy buena alumna pero no deja de hablar con su compañerita. Pero el destino nos había separado, a Mamá no le alcanzaba para seguir pagando las colegiaturas de nosotros, así que debimos abandonar las escuelas privadas e ingresar a la educación pública. Como lloré al saber que ya no iba estar con Teresa, como lloré la separación.
Llegué a la casa, subí a mi cuarto y me quité los zapatos, les retiré los pedazos de cartón y pensé tendré que buscar otros y ponérselos para mañana. Me retire las calcetas y seque mis pies con una toalla, me calcé las sandalias de baño y bajé a la cocina. Abrí el refrigerador, la comida estaba ya lista, mamá la había dejado preparada antes de ir a trabajar. Era una comida sencilla y racionada. Que diferente, pensé era ya nuestro refrigerador ahora casi vacío. Si, mamá trabajaba, antes de que mi padre fuera arrestado, ella era ama de casa y se dedicaba a los trabajos del hogar y al cuidado de la familia, pero ahora todo era diferente. Tenía que sacar a cinco hijos adelante, a mi hermanito lo pasaba a dejar a la casa de una tía y ahí lo cuidaban, hasta ya de regreso y después de salir de trabajar mamá pasaba por él. Prendí la lumbre de la estufa, y puse las cosas a calentar. Mis hermanos no tardarían en llegar. Al rato los escuchaba llegar, riendo, haciéndose bromas y hambrientos. Qué diferente era todo ahora que nos habíamos mudado de casa a una que tenía el abuelo, para estar cerca de papá. Pues antes vivíamos en el interior de estado y nos habíamos ido a vivir a la capital, pues ahí estaba el centro de readaptación social en el que estaba internado nuestro padre.
 La lección de todo esto, la que llevo grabada en el alma, mente y corazón es la entereza del carácter de mi madre. De verdad era admirable verla convertida ahora en secretaria de una escuela técnica de la educación pública, trabajo que había conseguido por un cliente del banco que conocía a papá. Nos había visitado un día y le había dicho a mi mamá – Señora su esposo siempre me ayudo, ahora yo los voy ayudar, y así lo hizo. Qué feliz se puso mi madre cuando le dijeron que el lunes comenzaba a trabajar, al principio mi madre sufrió porque no la querían porque había llegado de recomendada. Para mí fue una lección de vida y un ejemplo mi madre. Como tengo grabado en el corazón su proceder. Porque fue quien nos mantuvo unidos y a pesar de los pesares ni mis hermanos ni yo nos desviamos, sino que siempre nos cuidó y nos inculco el objetivo de estudiar. Era incansable porque además de cocinar, lavar nuestra ropa, plancharnos, hacer el aseo y trabajar, le daba tiempo para salir a vender ropa. Si, el sueldo de mamá no era mucho así que salía por las mañanas y los sábados a vender ropa, algunas veces yo la acompañe y recuerdo el tener que subir a los camiones de servicio de trasporte público con nuestras bolsas llenas de cosas y pesadísimas e ir entre un mar de gentes entre empujones y apretones para vender las mercancías. Además, siempre estaba al pendiente de papá lo iba a visitar los días martes, el día viernes a la visita conyugal y el domingo íbamos todos. Estaba en el juzgado preguntando siempre por el caso de papá. Y siempre que había una audiencia ella estaba allí. Habló con cuanto juez conoció el caso de papá. Le escribió una carta al entonces presidente de la república, solicitando su intervención sobre el caso de papá y fue a verlo pues se sabía que iba a visitar nuestro estado e iba a ir a una ciudad cercana a la capital. Ese día la acompañe, nos levantamos temprano y nos fuimos en autobús. Nuestros parientes le decían que estaba loca, que mejor no hiciera esas cosas, que ni siquiera la dejarían llegar a diez metros del presidente. Pero a mamá no le importo, muy decidida viajó para entregar esa carta. Al llegar había mucha gente, y en cada esquina había soldados y en los techos de los edificios. Podíamos ver a los guardias presidenciales que estaban impecablemente vestidos de traje negro y corbatas rojas con un auricular en uno de sus oídos y las gafas negras. Pero mamá avanzo entre la gente y los guardias y barricadas. Nos acercamos lo más que pudimos. Ahí estaba, dando un discurso y luego más gente dio discursos y nosotras al pendiente para poder llegar hasta él. De pronto el evento termino y el presidente bajo del templete y comenzó a saludar a la gente. Los guardias presidenciales formaban barricadas humanas para mantener a raya a los asistentes y de pronto mamá entre empujones y jaloneos logro pasar entre la multitud y entre los militares y quedo de frente al presidente, él le sonrió y estiro la mano para dársela y mamá estiro la suya y le entrego la carta que había escrito con tanta esperanza. Fue allí que me di cuenta del poder del amor, del poder de la lealtad al voto matrimonial, del poder de una esposa que defiende al hombre que ama y que le entregó sus días, del poder de una madre que lucha y que está decidida a alcanzar lo mejor y el bien de los que ella ama. Qué grande es el amor que pudo pasar vallas, soldados, policías y estar enfrente del personaje más importante del país. Que impresión sentí de ver a mi madre, esa diminuta mujer, un poco rechonchita, abrirse paso ante lo imposible y hacerlo posible. Y las lágrimas surcaron mi rostro. Que orgullosa me sentí de mi madre. Que admiración sentí por ella, que respeto hincho mi pecho, que emoción me embargo. Y luego ella volteo y la vi radiante con su sonrisa en la cara, la abracé y ella emocionada me decía ya se la di hija, ya se la di. Regresamos emocionadas y llenas de esperanza y contento, comimos unas tortas en la central del autobús y después partimos a la capital. Llegamos y mi madre y yo le contamos a mis hermanos lo que había pasado y todos estábamos felices y emocionados. Recuero a mi madre contárselo a los parientes que al otro día fueron a visitarnos para saber qué había pasado y vi la cara de asombro en sus rostros pero también su alegría aun de aquellos que habían dicho que era una locura.
Esta es mi madre, la persona que más admiro y respeto. Cuántas veces nosotros los hijos somos tan indiferentes a sus cuidados, a su amor, a sus consuelos, porque son tan rutinarios que los damos por algo común, pero jamás los aquilatamos. De verdad mamá que te amo y desde aquí te digo muchas gracias por todo, muchas gracias por tus cuidados, desvelos, consejos, caricias y besos, por tus rezos y oraciones. Muchas gracias por quien eres, muchas gracias por ser mi madre.

jueves, 7 de junio de 2018

LA OFICINA


Se han preguntado por qué a veces pasan cosas que simplemente se salen de control, cosas que dices que nunca harías y terminas haciéndolas. He pensado mucho en escribir esta anécdota sobre todo porque no estoy segura si mi esposo pueda leerla en mi blog, pero hace unos días recordé el asunto al platicar con alguien, y por otro lado he decidido ser lo mas honesta en este espacio. No sé si sea adecuado hacerlo publico pero ya estoy en estos caminos.
Al terminar mi carrera me fui a vivir a la capital de mi país por cuestiones de trabajo, fue mi primer trabajo. Recuerdo estar muy nerviosa y sentía en mi pecho incertidumbre pero al mismo tiempo emoción. Era la primer vez que estaría lejos de casa, viviendo sola y haciéndome responsable de mi misma. Guau, que experiencia aquella cuando dejas el nido, cuántos temores, cuántas inseguridades, cuántas dudas, pero es el pago por hacerse adulto, por iniciar la propia historia de vida.
Esta experiencia me trajo muchas cosas que viví y fue ahí que conocí al primer novio que tuve. Me enamoré y lo quise muchísimo. No saben cuánto, el primer amor es especial, apasiona, llena de ensoñason, de esperanza, extasía, simplemente es mágico y estaba muy ilusionada hasta que descubrí qué aquel joven al que había entregado mi amor, había embarazado a otra chica y terminamos. Como estaba muy dolida y no quería saber ya nada de él, decidí regresar a mi ciudad con mis papás, con mi familia para olvidar y volver a empezar, además de que necesitaba su apoyo y sentirme amada y mi familia siempre me ha dado eso. 

Encontré desde luego un nuevo trabajo. Entré a trabajar a una constructora. Ahí había un contador entre otros compañeros de trabajo. Me parecía bastante guapo, me gustaba, obviamente como mujer nunca das a conocer estas cosas. Me parecía muy varonil, siempre andaba impecablemente vestido y olía muy bien. Siempre bien peinado, cuidaba su apariencia sin caer en lo metrosexual, muy elegante y me encantaba como hablaba, tenía una voz profunda (como la de James Earl Jones). Pasó tiempo y en la época navideña se hizo un convivió y se realizó por la noche después de la jornada de trabajo en la oficina de la constructora, compraron cosas para comer, refrescos, y no falto el alcohol y comenzamos el convivio. Los jefes estuvieron con nosotros un rato y se retiraron, ya saben que empiezan las risas, los chistes, las anécdotas y no falto la música. De pronto uno de nuestros compañeros comenzó a bailar sensualmente con la canción Kiss Kiss que se hizo muy famosa aquí en México, que interpretaba Tarkan un cantante Iraní (por cierto bastante guapo). Y comenzó a simular que se quitaba la ropa como un bailarín exótico y todos reían y le aplaudían y luego se fueron uniendo otros y hacían lo mismo pero mas subidos de tono porque bailaban cerca de las compañeras de trabajo y todos gritaba, chiflaban, aplaudían y se reían. La música siguió y el contador que me gustaba comenzó bailar, porque los hombres se turnaban uno bailaba y de pronto escogía a otro y ese tenia que pasar a bailar pero como si fuera un nudista. Yo estaba sentada en un sofá y comenzó a bailar enfrente de mi y a mover la cintura con movimientos sensuales y subidos de tono cerca de mi rostro. Yo sentí que la sangre me subía a la cara, y todos gritaban y aplaudían y reían y entonces comenzó a quitarse la corbata (ya no tenía el saco) y se desabrocho y se despojo de su camisa, y seguía bailando, se quito el cinturón y todos aplaudían y lo incitaban a seguir, y sin mas que se baja el pantalón con el calzoncillo y se expuso delante de mi. Yo grite y me levanté inmediatamente, mientras todos gritaban de contento y se reían y me fui corriendo a la cocinita de la oficina. La fiesta continuo hasta que se comenzaron a retirar todos. Yo me quede a levantar el tiradero junto con una amiga y comenzamos a tirar los desechables y asear la oficina. Yo fui a dejar una bolsa de basura a la cocina y comencé a levantar el tiradero, a recoger vasos y platos, mientras mi amiga se quedo en la oficina haciendo lo mismo. Estaba en eso cuando entra el contador, al verle me puse nerviosa, se acerca y me dice oye Alejandra quería pedirte una disculpa por mi comportamiento, estoy muy arrepentido, no volverá a suceder, lamento haberte faltado al respeto. En fin, le dije que aceptaba su disculpa y que todo quedaba olvidado, y se quedo ahí y comenzamos a platicar de cosas sin importancia, la cocina es chiquita y el estaba cerca de mi y yo iba y venia poniendo orden. De pronto volteo y choco con él de frente y quedamos cerquita los dos, yo me río y me llega su aroma a colonia, usaba polo sport, me encanta ese aroma. Me toma del talle y me atrae asía él y sin mas me besa. Al principio me sorprendió pero no se por que y de nuevo para sorpresa mía yo comienzo a responder sus besos. Guau!!!, guau!!!, guau!!!, nadie me había besado así, con esa pasión y dulzura, me supieron riquísimos sus besos, ciertamente también yo no tenia mucha experiencia en eso, solo había tenido un novio y la verdad y sin ánimo de rencor sus besos siempre me supieron bastante insípidos, pero los de Ricardo, guau!!!, guau!!!, guau!!!, que ricos los sentí. Su aliento me supo a tabaco y alcohol y su saliva empapó todos mis labios. Los besos fueron subiendo de tono y de pronto me toma la mano y la pone en su miembro. No sé cuando lo saco de sus pantalones, ni cuenta me di. Lo sentí ya mojado, y me subió el aroma de su virilidad. Saben el pene también huele. Y yo ya inmersa en esa situación y también ya exaltada comencé acariciarlo y a frotarlo y de pronto que eyacula. Yo llevaba un vestido estampado de flores de varios colores que me llegaba a las rodillas y mis tacones de aguja, destalonados. Ese día me arregle bien y me maquille porque iba a ser el convivio. Su esperma se derramo en mi mano, parte me cayó en mi pierna y en mi pie y el resto en el piso. Pude sentirlo tibio, cuando de pronto se abre la puerta y entra mi amiga a dejar la bolsa con todos lo desechables, al oír que se abría la puerta nos separamos inmediatamente, él que se voltea para que no se le viera el pene, yo tomo unas servilletas y me acuclillo a limpiar y comento que alguien había tirado refresco y aprovecho para limpiar el esperma del piso mientras mi amiga acomodaba la bolsa en un rincón. Me limpio el que había caído en mi y el contador que se retira despidiéndose. Yo me puse muy nerviosa, mi voz se quebraba. Ya a solas me dice mi amiga que había pasado y yo le digo que nada que solo había venido a darme una disculpa. Creo que mi amiga se dio cuenta que algo sucedió por lo nerviosos que nos pusimos. Le pedí que me llevara a mi casa pues en esa época yo no tenia automóvil y me dijo que si, ya era tarde y me daba miedo tomar un taxi. Ya en el auto vuelve a insistir que había pasado y yo le vuelvo a decir que nada.

martes, 27 de febrero de 2018

EL VECINITO

Yo siempre he dicho que soy como un imán para los exhibicionistas. Quizá se deba a la Programación Neurolingüística (PNL), teoría que establece  que existe una conexión entre los procesos neurológicos, el lenguaje, y los patrones de comportamiento aprendidos a través de la experiencia. Esto en palabras menos elegantes y técnicas y más prosaicas es que el subconsciente nos "traiciona". Esto es, que muchas de las cosas que nos suceden y/o pasan es porque inconscientemente deseamos que así sea y estamos programados para ello, sin que nuestro consiente se percate de ello. Uff!, me canse de escribir esto. (ja, ja, ja).
Así que creo que inconscientemente atraigo estas situaciones de exposición genital masculina ante mi mirada. (No digo que si un exhibicionista se muestra es culpa de la mujer que por cuestiones de la suerte o el destino le toco estar en el lugar y la hora equivocados, simplemente reconozco de manera personal y unilateral que puede ser que a mi me suceda por cuestiones de mi subconsciente, hago esta aclaración para no desatar polémicas). 
Tengo casi ocho años de casada, mi esposo y yo compramos a través de hipoteca una casita, y la llamo así porque realmente es pequeñita, pero me encanta, amo mi casa, aunque aun faltan 10 años para terminar todos los pagos. Por la parte de atrás tiene un pequeño jardín y colinda con el jardín posterior de la casa de mis vecinos. Quizá las ventanas de nuestras casas estén separadas algo así como 10 m. 
Mi esposo trabaja y yo también. Compartimos la misma profesión, aunque trabajamos en lugares distintos. Ello a obligado a que contratáramos a una persona que nos ayude en las labores de la casa. Un día, llegué a mi casa, la señora estaba terminando de cocinar y le dije que como iba y me comentó que le faltaba tender la ropa, le dije que fuera y que yo terminaría de preparar la comida, al rato llego toda azorada y llena de exaltación y me dijo señora, esta un muchacho completamente desnudo en su casa, se ve por su ventana.  Así que llena de curiosidad subí y efectivamente estaba el hijo de los vecinos desnudo en su cuarto, las cortinas de las ventanas estaban corridas y la ventana abierta y el iba y venia y luego se acostaba a mirar la televisión. Desde luego el hacia como que no se daba cuenta de que le estábamos viendo. Quizá en ese tiempo él tendría algo así como 16 años. La verdad es que yo solo conozco de vista a los vecinos y de vez en vez nos saludamos, mas por cortesía que por amistad, sin embargo uno termina conociéndolos. Yo sabia que mis vecinos tenían dos hijos, una muchacha y el muchacho en cuestión. El iba en ese tiempo a la preparatoria, eso si lo sabia, porque son cosas que se saben de los vecinos. Desde luego era mas que obvio que el muchachito estaba haciendo eso porque quería ser visto. ¿Qué como se eso y no fue un accidente?, bueno por la sencilla razón que estaba excitado. Pasó el tiempo y de vez en vez se repetía la situación, hasta que se volvió cada vez más común y como la señora que me ayuda quería irse por esto, entonces llegamos al acuerdo que ella lavaba y yo tendía. La verdad es que a mi no me parecía la situación tan grave, quizá por la edad de mi vecinito, de hecho se me hacia como una travesura y a mi no me causaba ofensa. Aunque a veces si me pregunté si debía decírselo a sus padres, pero la verdad es que el muchacho me caía muy bien y era muy educado y cortés. Desde luego no quería avergonzarlo o que pasara un mal rato, pensé en hablar con él. Un día le encontré, iba solo caminando asía su casa de regreso de la escuela, iba con su mochila, así que pensé que era un buen momento para platicar con él, pare mi auto a su lado, toque la bocina y le dije que se subiera que lo llevaría a su casa. Él vaciló un poco pero acepto, comenzamos a platicar sobre cosas sin importancia y yo me decía mentalmente, dile Alejandra, habla con él, pero me quede paralizada, no sabia como comenzar con el tema. Al final, llegamos a su casa le dejé y no le dije nada de su comportamiento. 1-0 Alejandra, pensé, mal por ti, cómo voy a creer que no pudiste hablar con él. ¿Pero que te pasa?. En fin no sé que sucedió pero la lengua se me trabó.
Cierto sábado eran como las cinco de la tarde, ese día, la señora que me ayuda no fue, así que me toco a mi lavar la ropa después de llegar del trabajo. Y subí a la azotea a tender al terminar, comencé a tender la ropa cuando al agacharme para tomar del cesto una prenda y al levantarme me di cuenta que estaba ahí el vecinito, sentado a la orilla del techo de la azotea de su casa a un lado de la escalera de caracol que lleva al patio de servicio. Nuestras casas son idénticas. Estaba sentadito, completamente desnudo con su pene erecto, pero tenia su rostro volteado así el otro lado, como para aparentar que no se había dado cuenta de que yo estaba ahí. Acepto, que al ser una situación poco común llama la atención y da curiosidad. Yo seguía tendiendo y el seguía con el rostro volteado. De pronto se puso de pie y me fije en él. La verdad es que es bastante guapo, pensé, es alto, delgado, verdaderamente es buen mozo, y a esa edad el cuerpo es hermoso, sin lonjas, se veía bastante bien, fornido, bien formado, muy atractivo. Y de pronto puse mis ojos en su miembro. Se veía también muy bien, moreno, grueso y largo pero no en exceso, bien proporcionado, se doblaba un poco asía su costado, dibujando una leve curva, desafiando la gravedad con esa altivez que tiene la anatomía masculina, estaba bien parado y empalado, realmente muy excitado, se veía muy vigoroso. Pensé guau!!!, que bien lo tiene, se ve muy rico. Tenia bastante vello púbico, abundante y oscuro y su escroto colgaba de manera alarmante debo decir. No sé cuanto tiempo estuve mirando, pero al levantar mis ojos, él me estaba viendo y nuestros ojos se encontraron. Nos quedamos viendo a los ojos, en silencio como unos 20 segundo. Yo sentí que mi sangre subía a mis mejillas, me sentí como una pervertida y depravada, pues yo soy una señora y él solo un niño, un menor de edad y le dije, hola José Juan, buenas tardes. Y el me saludo buenas tardes señora, con una voz un tanto nerviosa. Y comenzamos a platicar, nuevamente cosas sin importancia, del clima, de como iba en la escuela, si sus papás estaban en casa, si ya tenia novia. Así hasta que termine de tender. Nos despedimos y bajé. Vaya tarde un poco extraña la que viví ahora que lo pienso, dos vecinos hablando como buenos amigos de cosas, como suele hacerse, la diferencia era que uno de ellos estaba sin ropa. Aquella noche desde luego mi esposo y yo tuvimos intimidad de manera fogosa y salvaje (ja, ja, ja).
La vida continuo con su normalidad y las exhibiciones por parte del vecinito dejaron de suceder. Un día regresaba de mi trabajo a la hora de comer, había un alboroto en la calle, había patrullas y los vecinos estaban afuera. La verdad es que me alarme y mi corazón se acelero, de pronto vi a una vecina amiga mía, detuve mi auto, la saludé y le pregunté qué pasaba. Me comentó que una vecina había visto a un hombre desnudo en la calle y habían hablado a la policía, los vecinos estaban realmente enojados y querían atrapar al sujeto. Pase despacio entre la gente y me dirigí a la calle en que vivo, es una cerrada, detuve mi auto y bajé abrir la puerta del garaje. Cuándo estoy abriendo me doy cuenta que estaba mi vecinito escondido entre dos coches estacionados, acuclillado y desde luego sin ropa. Le llamé y le dije que se metiera a mi casa. Pobre muchachito realmente estaba asustado. Metí el automóvil y comencé a cerra la puerta de la cochera cuando entró a la calle una patrulla de policía con las luces de la torreta encendida y avanzaba despacio. Se pararon y el oficial me comentó que estaban buscando a un exhibicionista, que les habían reportado, que tuviera cuidado y que era mejor que no saliera de momento de mi casa. Lleve a mi vecino dentro de casa y lo conduje al cuarto de huéspedes que esta en la planta baja, es pequeñito y tiene su propio bañito, pero para llegar a éste hay que cruzar la cocina, así que entre con él y ahí estaba la señora que me ayuda en casa, se quedo con los ojos abiertos, con expresión de asombro. Entré con él al cuarto y se sentó en la cama individual que tiene y platicamos y me contó lo que pasó, salió de su casa para mostrarse, en la colonia en que vivo las manzanas tienen a la mitad andadores peatonales y tienen macetas y arbolitos, es muy fácil esconderse ahí, así que el muchacho, en uno de estos, se quito la ropa y espero a que pasara una mujer, paso la vecina que ya comenté y le vio, pero el muchacho se quedo mas tiempo esperando a ver si alguien mas pasaba para que le viera. Pero llegaron las patrullas y los vecinos comenzaron a salir, a si que, trató de escapar y por cuestiones del destino se metió a mi cerrada al ver unas camionetas familiares estacionadas ahí y entre las cuales se escondió y fue cuando le vi, sino hubiera sido así, le hubieran arrestado. Le pedí a la señora que le preparara un té porque realmente estaba alarmado y asustado, le conté a la señora en la cocina que había pasado y ella no paraba de reír. Lo bueno es que mi esposo no estaba sino las cosas se hubieran complicado, había salido a trabajar fuera por cuestiones de su profesión. Esperamos a que las cosas se tranquilizaran, al rato los vecinos se metieron y las patrullas se retiraron y yo salí a buscar su ropa, por donde me explicó, me costo trabajo encontrar el andador correcto pero atrás de una maceta de concreto que tienen estos andadores, ahí estaba su ropa en una bolsa de plástico y sus zapatos aun lado de esta. Tomé el paquete y me dirigí a mi casa. Al llegar le dí su ropa y comenzó a vestirse, y me fije que por primera vez veía como era su pene flácido y de pronto salió de mi boca sin pensarlo "vaya hasta que conozco como es, siempre que le veo esta bien paradote". No se que me pasó, pero se me salió el comentario, fue mas un pensamiento en voz alta, pero cuando razoné ya estaba dicho. Me puse roja y el muchachito también y comenzamos a reir, al terminar de vestirse le dije que yo le llevaría a su casa en mi automóvil, así lo hice y me quede esperando a que entrara a su casa. Ya sano y salvo regrese a la mía con la esperanza que no le reconocieran los vecinos. Creo que la experiencia fue muy dura para él porque las sesiones de exposición se terminaron, no han vuelto a suceder y yo me alegro por él, para su propio bien.